martes, 13 de enero de 2015

Basura de a-diós



I

Hay un lodo de sinsabores en el que se ahogan mis versos.

Pegajosos, se narran.

Se agitan, se embisten.

Chocando en las paredes de vidrio del  recuerdo.

Saben a alcohol.

Saben a besos.

Hoy me los bebo.



II

Tengo este vamos a romper esquemas que nunca llevo a cabo.

Como una insuficiencia cardíaca basada en el qué ocurrió mientras no estábamos.

Un espero, un por qué y un cuándo.

Un esto no se gana porque lo estoy jugando yo.

Hoy acabó.



III

Si me ves anochecer en llanto es porque se me terminó la tinta.

Pero no las palabras.

Y necesité de lágrimas.

Para escribir.

Hoy va de no mentir.



IV

Pasa que uno se acostumbra a arañar cristales.

Se desgarra en prosa y verso y se masturba,

Con lo que queda del orgasmo de un te quiero.

Mientras los ladrillos del unomismo se hacen trizas.

Déjame cerrar la herida.

Hoy toca sonrisa.



V

Si quieres entrar en este mundo estéril ve preparando las semillas.

Y si somos lo que sembramos más nos vale regar el fuego.

Apagar cenizas.

Avivar las llamas.

Hoy, lo que te de la gana.



VI

Déjame que te cuente esta historia de ojeras y destierros.

Déjame que te hable de noches sin sueños.

Sin noche misma, sin ansia y sin desvelos.

Déjame que, aunque confuso, sea sincero

Si mi verso te dice déjame.

Si auguro un cambio en el fracaso

Hoy, hazle caso.



VII

Quiero romper con todo lo que se metió en mi cuerpo.

Mientras mi  mente habla de un adiós indefinido a la cortesía.

Se me están agotando las sonrisas frías.

Y me bato en la retirada de la mierda de la esquina.

Se  acaba la barra libre y el servicio gratis.

Hoy esto se paga, y se cobra caro.



VIII

Hoy quiero cortar cadenas de fantasía.

Hoy quiero ahogar la vida en rima

Hoy se acaba, hoy se termina.

Hoy toca joder  la puta  lírica.



IX

Hoy no es ayer y ya no hay ganas.

Hoy es hoy.

Mañana.

Hoy aprendo.

Hoy digo no.

Hoy es Revolución.





X

En uno mismo.

Son 180º del revés.



jueves, 1 de enero de 2015

Desnudez.



Es cuestión de la camisa.

Todos tenemos un armario lleno de camisas y camisetas. Los hay que tienen un montón y otros que son más de siempre la misma. Hay quién prefiere la variedad y va sin estilo definido y quién se encasilla en que sólo el negro le queda bien y de ahí no sale.

Hay camisas para correr, para bailar y para dormir. Las hay que te las pones en casa con gente de confianza y las que usas para impresionar porque te destacan. Las hay que enseñan cacho y que tapan. Con escote, sin escote, con publicidad enmarcada y de mil colores. Que te definen o que te pones porque toca. Hay quien se pone la que pega y quien va de rojo al funeral de su tía porque cree que la adaptación es cosa de perder identidad.

Y ya ahí varían las personas. Porque está quien es costurero y va haciéndose camisas que le quedan bien, quien compra todas las que puede y en rebajas mejor, quien es estilista y te dice qué te queda bien. Hay gente que se la suda llevarla llena de agujeros y quién vive pendiente de mirarse al espejo. Hay quien lleva la prestada y quien sólo imita las de algún ídolo de serie o peli. 

Aunque al final todos llevamos la camisa por el mismo motivo,  porque ir desnudo está mal visto.

Y tienen su función a ver si me entiendes. Quitan frío, dan misterio a lo que hay debajo, realzan lo que quieras, tapan lo que no te gusta enseñar... 

Pero es una cosa muy tonta si vemos la metáfora. Porque al final son algo impuesto, porque no nacimos creyendo que necesitábamos una y de pequeños nos daba bastante igual. Y porque nadie que se acaricie sin camisa dirá que es mejor follar con ropa.

Yo creo que nos pasamos la vida esperando a que alguien venga y nos revuelva el armario. Que coja todo, lo saque, se lo pruebe, lo critique, lo alabe, se lo lleve, lo arrugue, lo manche, lo lave, lo planche y lo cuide. Y lo vuelva a colgar en el mismo sitio pero deje su olor ahí, o su recuerdo.


Creo que pasamos la vida esperando que alguien nos quite la camisa. Todas ellas.

Toda la vida para que alguien nos desnude, y no tengamos que llevar nada en su presencia. Ah...Libertad.

Queremos que nos vean sin ropa.
Pero nos da mucho miedo estar desnudos.

Putos complejos.

Pasamos la vida esperando a que nos vean sin ropa. Y por ellos, por el miedo a que nos vean, por la incomodidad de estar desnudos, por la jodienda de pasar frío si no nos abrazan.

 Por todo eso la llevamos puesta.

Y así pasa, que cuando alguien está cerca de quitarnos la camisa...

...recordamos que teníamos una chaqueta.


Y la abrochamos.

Por si acaso.