jueves, 21 de febrero de 2019

De charcos.

Me pregunto si lloverá mañana.
Si después de esta calma vacía,
del confort pasivo, 
del colchón apático en el que, cada noche, borrachos de rutina, nos revolcamos
en nuestra propia miseria 
y nos dejamos caer 
con las manos frías de emoción,
dos besos en acústico
y esa frase susurrada:
"Me da igual".

Me pregunto si habrá tormenta.

Si aparcaremos este cinismo que esgrimimos como escudo y bandera.
Y lo vestimos de fiesta
Y le colgamos la guirnalda del autoconocimiento y, estúpidamente, 
lo llamamos razón.

Como si hubiera un puto motivo, 
por el que tuviera sentido
dejar de dolernos.

Pero míreme, señor, sólo soy otro de sus peones.
Otra mañana más y otra resaca.

Dígame, señor, cuántos "no recuerdo nada" serán necesarios...
Cuántas copas contadas para entender 
que no hubo nada que recordar.

Sigo poniéndome el disfraz que elegiste
aunque no sea mi talla.
Sigo sonriendo por encima de toda la mierda.
Heaven is overrated y qué más da.

Aún mantengo el estilo cascado del whisky,
beso la lona en cada knockout.
Aún me levanto con los ojos morados, 
pero nada duele.

Escupo esta basura en vez de versos.

Aún puedo sangrar, señor. 
Así que volveremos a vernos.
Yo llevaré la máscara de sonrisa de siempre
y pediré lo mismo de siempre.

Al fin y al cabo, 
sólo soy otro jugador más
que apostó todo al rojo.

Perdí, señor.
Pero no pregunte por mi hipoteca de sueños.

Sólo es un día largo.
Y mañana volverá a llover.

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