sábado, 26 de diciembre de 2015

De chupitos y propuestas:


A ti, que acabas de llegar, seas quién seas...
Si parpadeé dos veces,
¿Por qué cerrar ahora los ojos?

Podríamos sentarnos sin mirar el reloj.
Quizás contarte  lo bonito que es este lugar cuando dejas de seguir el frenético ritmo que impone
 y te sientas a observar la vida.

Podríamos reír sin motivo y con café,
después debatir si las nubes saben a humo
y sumar segundos contándonos los miedos
además de los lunares.

Podría cogerte la mano y soltarla rápido.
Así, un instante cualquiera,
como por accidente.
Mientras la magia flota en el aire
y nadie quiere respirar demasiado.

Podrías besarme algo más que los gemidos.
Acariciarme las ideas,
morderme una o dos inseguridades
y ver cómo me tiemblan las piernas
cuando al final sales de la cama.    

Y una noche de tantas
en las que el tiempo se para
podría mirarte los ojos
en vez de los defectos
y encontraría que, 
quizás,
lo que te hace humano pueda cambiarme por dentro.

Podríamos quitarnos la indiferencia antes que la ropa interior.
Y ahogarnos en la falta de alientos,
de correr
sin otra dirección
que la de seguirnos.

Podría desatar la verborragia,
Decirte que no me faltan las ganas de ensuciarme las manos,
de meterme en el barro,
de hacer todas las cosas que, tarde o temprano,
podría hacer contigo.

Porque, ¿sabes?
podríamos rompernos los esquemas,
Arriesgar el orgullo de sabernos inciertos
y todos los disimulos cuando pasas
y sabes a camino sin meta,
sin etiqueta,
sin después.
Pero con mañana.

Podríamos,
en este ir y venir de sueños,
conocernos, reconocernos,
reinventarnos
y apostar.
A la iniciativa sin leyes,
a los saltos sin cuerda
y, en algún loco momento
de toda esta locura...

¿Quién sabe?
Podríamos incluso
elegir volar
con todo el vértigo que eso conlleva.

Que nadie se rompe la rodilla desde el sofá es un cuento que conozco desde la primera vez que nos besamos.

Y, ahora que lo pienso,
podría partirme un par de huesos.

Porque,
a fin de cuentas,
podrías marcharte.

Y, todo esto que te cuento,
de que los besos de algunas bocas...
O de tu olor a acierto,
y esa cosa tonta,
de que aún cerrando la persiana
esta resaca siempre tenga
pronóstico de sol.

Podría ser sólo el calor.
Un huracán arrasando ilusiones.
Como anunciando el final
de tanta primavera.

Porque, cariño,
podríamos llamarlo amor...

...Pero podría
 no ser más
que otro error cualquiera.








viernes, 4 de septiembre de 2015

De las cosas que quizás dijimos



La teoría de los nudos,
En base a atar líneas de especulaciones
Sobre las migajas de esa costumbre
De nombrar cosas sin nombre
O llamar sin teléfono
Para nunca responder.
La creaste tú, yo la copié.

La antiestética de barrer bajo la alfombra,
Bajo la cama,
bajo el mueble de las películas que nunca vería
o dentro de áquella caja
dónde escondí el secreto para marcharse sin avisar.
La inventé yo, tú...
En fin.

El olvido no es tan triste si lo comparas
Con la red de cosasquequizás
Nunca debimos hacer
O no debimos dejar de hacer nunca.
Supongo que es cuestión de perspectiva.

Desde la telaraña de secretos de encima de la cama
se puede ver el montón de cenizas viejas
Acumuladas estratégicamente
Sobre las páginas del quién y qué hicimos -tanmal-
Para que los alérgicos al polvo y la suciedad
No abramos más el libro.

Fíjate, cuando conté mis propias mentiras
me salió a pagar.
Aunque los dos dejamos una hipoteca
de victorias
como trofeo en la estantería.
Y la diferencia
de hablar en pretérito distante
o condicional imperfecto
como señal inequívoca de sentencia dictada -culpable-
de un caso sin resolver.

Ahora es algo más génerico que particular
lo de hablar con el teclado
por no romper el  hábito
de llenar páginas de palabras.

Así, como quién llama en susurros
sin timbre, sin balda,
a una puerta cerrada.  


No abras. 
         ¿Para qué?


Al final nunca decimos nada
Y, quizás,
esa sea la única forma que tenemos
de decirlo todo.




sábado, 27 de junio de 2015

De señales de neón...



No deja de ser obvio.
Cada pedazo resquebrajado va a saltar por los aires.
Y las chispas…
Los jodidos puntos eléctricos
se deslizan entre los dedos
enviando señales de alerta que nadie escucha.

Y sigue: la sordera,
los mil millones de excusas
inventadas para decir, una vez más,
que una sola noche bastará
para comprobar cómo se rompen
antes de calentarnos.

Porque cada cien intentos de choque pacífico
por estadística, casualidad,
alguna estúpida perseverancia empírica
y la manía de coser a parches quemaduras
brota fuego.

Cuando cada poro de tu piel estalla
el neón de la puerta de emergencia deja de ser salida
y opción recomendable.
Para convertirse en mera posibilidad
de huída.

Elegimos.
Caminar en caliente.
Los huesos rotos.
Los brazos muertos.
Dos costillas clavándose profundamente en el abismo
en el que se ha convertido tu estómago.

Y piensas,
que seguramente no hay lágrimas en el infierno
cuando la cerveza se ha evaporado a estas alturas.

Estoy bastante segura
De la necedad absurda que supone
En pleno siglo XXI
Y habiendo tantos mecheros
Chocar piedras
para obtener fuego.


Y sin embargo,
aquí seguimos.





viernes, 20 de marzo de 2015

La chica que me odia...

Ella vive en mí como yo en ella.
O gracias a.
No sé si esa pregunta encontrará respuesta o si,
De encontrarla,
Conseguirá satisfacernos en absoluto.

Ella te ama, lo sé. Pero es difusa.
No entiende de conceptos, ni de horas, ni de amor.
Ni siquiera de musas.
Pero cree siempre saber
Más de lo que sus versos dicen.

Es diáfana, triste y vanidosa y va y viene como cántaro a la fuente. 
A romperse en todos los colores 
Y en todas las pupilas
de un mundo que no es suyo
En rostros que no entiende.

A veces se despereza en tu sonrisa,
Revolotea en tus pestañas
Y durante,
al menos, 
setenta y dos horas de luz, 
eres todo poema en el que habita.

Otras, tus dientes la oprimen y muerden.
disfruta del daño y la herida, 
y desea que la lírica 
tenga tu nombre 
como emblema.

Pero amor, hay segundos, 
en los que tu respiración es lodo en sus alas 
Y se retuerce y se muda y se hace extraña.
Y sólo quiere que te vayas,
Para sólo tenerme a mí.

A veces es una loca descarriada
Jugando a estrellar un coche en la pared
Para poder contar como el impacto
Destrozó las piezas
Pero no paró el motor.

Y entonces tiene ansia de barro y malicia
Y se vuelve insípida y se malhumora.
 O se enajena en su locura
 y lucha con fiereza
 para romper
candados de los que guarda todas las llaves.

A veces se esconde en diez cervezas,
Otras me llama para colgarme después.
Y aprovecha cada segundo del contestador
Para trastocar todos mis sentidos.

Ella juega contigo, lo sé. 
También conmigo se divierte.
No la culpes por ser traviesa y desconsiderada,
Es su naturaleza volar en círculos alrededor.

De ti. Y de mí.

Vive en mí
de alquiler tardío, 
o de okupa contra las fuerzas de seguridad.
Una nada en el aire
esperando un big bang 
en el que nacer
o morir.
En algún loco planeta 
girando
alrededor de todos 
los satélites que la atormentan.


La mayor zorra que he conocido.
Vanidosa y elocuente.
Déspota y cruel. 
Mudable y caprichosa.
Una niña inmadura y detestable.
Asesina de corduras
 y embajadora,
De la mayor parte de los vicios
En los que desearía consumirme.

No soy su primera víctima.
Seguro que tampoco la última.

Te la presento: 
La llaman inspiración
pero según me susurra,
ese nombre ya no le gusta.


Fíjate, se lo puso ella.

martes, 13 de enero de 2015

Basura de a-diós



I

Hay un lodo de sinsabores en el que se ahogan mis versos.

Pegajosos, se narran.

Se agitan, se embisten.

Chocando en las paredes de vidrio del  recuerdo.

Saben a alcohol.

Saben a besos.

Hoy me los bebo.



II

Tengo este vamos a romper esquemas que nunca llevo a cabo.

Como una insuficiencia cardíaca basada en el qué ocurrió mientras no estábamos.

Un espero, un por qué y un cuándo.

Un esto no se gana porque lo estoy jugando yo.

Hoy acabó.



III

Si me ves anochecer en llanto es porque se me terminó la tinta.

Pero no las palabras.

Y necesité de lágrimas.

Para escribir.

Hoy va de no mentir.



IV

Pasa que uno se acostumbra a arañar cristales.

Se desgarra en prosa y verso y se masturba,

Con lo que queda del orgasmo de un te quiero.

Mientras los ladrillos del unomismo se hacen trizas.

Déjame cerrar la herida.

Hoy toca sonrisa.



V

Si quieres entrar en este mundo estéril ve preparando las semillas.

Y si somos lo que sembramos más nos vale regar el fuego.

Apagar cenizas.

Avivar las llamas.

Hoy, lo que te de la gana.



VI

Déjame que te cuente esta historia de ojeras y destierros.

Déjame que te hable de noches sin sueños.

Sin noche misma, sin ansia y sin desvelos.

Déjame que, aunque confuso, sea sincero

Si mi verso te dice déjame.

Si auguro un cambio en el fracaso

Hoy, hazle caso.



VII

Quiero romper con todo lo que se metió en mi cuerpo.

Mientras mi  mente habla de un adiós indefinido a la cortesía.

Se me están agotando las sonrisas frías.

Y me bato en la retirada de la mierda de la esquina.

Se  acaba la barra libre y el servicio gratis.

Hoy esto se paga, y se cobra caro.



VIII

Hoy quiero cortar cadenas de fantasía.

Hoy quiero ahogar la vida en rima

Hoy se acaba, hoy se termina.

Hoy toca joder  la puta  lírica.



IX

Hoy no es ayer y ya no hay ganas.

Hoy es hoy.

Mañana.

Hoy aprendo.

Hoy digo no.

Hoy es Revolución.





X

En uno mismo.

Son 180º del revés.